Este es un propósito de año nuevo en forma de entrada de blog.
Recientemente me he dado cuenta que mis publicaciones de Instagram han ido descendiendo anualmente en número de “likes” y este catastrófico hallazgo se me presentó casi por casualidad.
Resulta que desde 2017 participo de lo que se denomina #Topnine que consiste en meter los datos de tu cuenta de Instagram en esta aplicación y calcula las publicaciones que más “likes” o “me gusta” ha recibido seleccionando el top 9 de tus imágenes.
En 2017 recibí un total de 9.3k (9370 likes). Se supone que vas ganando más likes a medida que tienes más seguidores. Esta lógica se cumplió en 2018 y mis publicaciones recibían un total de 13.3k (13.394 likes) pero sin embargo en 2019 esta tendencia comenzó a invertirse recibiendo un total de 8.6k (8.600 likes) para rematarlo con la escasa cifra 6.7k (6700 likes) del año pasado. ¡Maldito 2020! ¡por si no teníamos suficiente!
Es curioso que mi peor cifra se da precisamente cuando más seguidores tengo desde que me abrí mi cuenta de Instagram.
¿Acaso mis publicaciones de 2017 y 2018 son mejores que las de 2019 y 2020?
Mal iría mi carrera artística si pintase mejor hace tres años que ahora. Sin progresión no hay crecimiento. De hecho, si puedo asegurar que se nota una clara evolución favorable sobre todo en los retratos. Ese no es el factor.
Además, este descenso no ocurre igual en Facebook donde mis publicaciones sí que han ganado en alcance. Es cierto que utilizo mi red viejuna de distinta forma: en Facebook comparto pensamiento, opiniones propias y ajenas, noticias de interés, entradas del blog y promociones como autor, en Instagram exclusivamente cuelgo material pictórico de obras de nueva creación. Es mi escaparate artístico.
Indague un poco por las redes para saber cuál es el motivo de este descenso y comencé a leer aquí y allá que este fenómeno se ha producido habitualmente sobre todo en aquellos tramos en que la aplicación cambia el logaritmo. De hecho, este 2021 es nuevo y en teoría si tus seguidores siguen a muchas cuentas es probable que los likes de tus publicaciones disminuyan. Al parecer la aplicación te enseña los contenidos que piensas que te van a interesar más para que pases más tiempo, clasifica tus contenidos en función de tu comportamiento anterior y muchos otros factores. Y luego encuentras muchas recomendaciones: que si hagamos encuestas a nuestros seguidores a través de los histories para ver qué les gusta, que si conozcas las horas y los días que tus seguidores están activos para lanzar en ese momento contenido nuevo. En fin, mil y un consejos para aumentar los followers y francamente: ¿A quién le importa?
Pues al parecer a los esclavos de los likes que, sorprendentemente, son muchos.
De hecho, escarbando un poco te das cuenta de que aquí subyace la parte más negra de este juego global (a parte del mercadeo y el control que ejercen sobre la población[1]). Al parecer el uso de las redes genera en los jóvenes déficits de atención, de sueño e incluso ansiedad o depresión[2].
El móvil se ha instalado tanto entre nosotros que es frecuente ver (sobre todo antes del confinamiento) en nuestras reuniones sociales a amigos o familiares actualizando sus notificaciones. Incluso nos sorprendemos mirando al móvil mientras vemos una película cuando esta no nos engancha lo suficiente. Es sorprendente descubrir que muchos jóvenes actualizan sus notificaciones en redes sociales cuando se despiertan por la noche, o de madrugada, para luego volverse a dormir.
Somos auténticos zombis tecnológicos.
Es cierto que mi generación se mueve entre esta generación de esclavos digitales con aquellas otras que a duras penas saben mandar un correo electrónico o las que con el Facebook y el wasap tienen más que suficiente.
Así que, lo más probable es que caigamos a un u otro lado. Pero sin duda, sea esclavo o tecnoviejo, es un problema con el que tendré que lidiar en el futuro. De hecho, ya tengo que hacerlo en la actualidad con mis hijos que no tienen móvil pero sí tablet y televisión.
¿Podría volver a vivir en ese mundo de dos canales de televisión?
Me consuela saber que todo el mundo tiene un interés en formar parte de este juego global: ya sea lúdico o lucrativo y también me consuela saber que en este mundillo el talento no tiene que ver con la comunicación.
Pongo un ejemplo para finalizar: como artista sigo a modelos, fotógrafos y otros artistas que me influyen o me pueden ayudar a crecer. En diciembre de 2019 hice un retrato a una modelo escocesa que se tatúa todo su cuerpo y su cara con tatuajes blackout. Me fascina tratar de empatizar con lo que no comprendo.
Pues bien, aquel retrato en mis redes sociales consiguió 97 likes. Ella, que es muy maja, subió el mismo retrato en su muro y recibió 10.106 likes.
Los likes son la dopamina que nos ofrecen las redes sociales, son el nuevo opio del pueblo.
No es el talento. Es lo que logras comunicar. Es un juego del que no quiero ser esclavo.
Éste es uno de mis propósitos para 2021, pero si me dan a elegir sólo uno: la paz mundial o ser mejor persona, prefiero escoger adelgazar.
[1] Muy recomendable el documental de NETFLIX: el dilema de las redes sociales "El dilema de las redes sociales" de Netflix: 5 secretos de los dueños de las redes para engancharnos y manipularnos, según el documental - BBC News Mundo [2] Mäs info en: Los preocupantes efectos negativos de las redes sociales sobre la salud mental de los niños y adolescentes - BBC News Mundo
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